miércoles, 23 de mayo de 2012

La reina en el palacio
de las corrientes de aire

Me daba pereza comenzar este libro, pero al tratarse de la conclusión de la trilogía Millennium del escritor Stieg Larsson (por si hay algún ermitaño asceta con Wi-Fi paseándose virtualmente por aquí), habiendo leído los dos anteriores “Los hombres que no amaban a las mujeres” y “La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina”, pensé que si dejaba pasar más tiempo iba a perder el hilo de la historia. De hecho, sobre todo al principio, me ha resultado algo complicado volver a situarme en el contexto...

Si miramos la obra de Larsson en perspectiva, podríamos decir que el primer libro es el más independiente, dado que contiene una historia de misterio y de investigación que comienza y acaba en el mismo tomo. Además, es el único que realmente puede ser considerado una "novela de detectives" en el sentido clásico: crimen/es con conjunto finito de sospechosos. Es más, se puede hilar más fino catalogándola del tipo de “habitación cerrada”. Por el contrario, para definir a los dos restantes, un término más adecuado sería “novela negra”, aunque especialmente en el tercero, realmente abundan trozos que parecieran sacados de la serie COPS.

Es por tanto el nexo entre las partes el personaje central: Lisbeth Salander. Sobre ella, el propio autor comentaba:

Tomé a Pippi Langstrump. Pensé: "¿Qué aspecto tendría actualmente? ¿Qué tipo de adulta sería? ¿Cómo la calificarían? ¿Una sociópata? ¿Una autista? Tiene una visión de la sociedad distinta de la de los demás. (O, visto de otro modo, no observa la sociedad del mismo modo que el resto de la gente.)". La convertí en una chica que se siente como una extraterrestre entre la gente. No conoce a nadie ni tiene capacidades sociales en absoluto. 

Ésta, comparte protagonismo con otro personaje fundamental, (supongo que álter ego del escritor), el periodista Mikael Kalle Blomkvist. Vuelvo a citar al propio autor refiriéndose a éste:

Luego necesitaba a alguien como contrapunto. Acabó siendo Mikael Kalle Blomkvist, un periodista de cuarenta y cinco años. Un tipo trabajador, competente, buena persona, que trabaja en su propia revista, llamada Millennium

En el primer libro la aparición de los dos personajes es casi la misma, siendo la interacción entre ambos casi constante. En el segundo, Larsson focaliza más la atención en Lisbeth mientras que en el tercero, cambia las tornas otorgándole más páginas al periodista, eso sí, siempre centrándose en la historia de ella.

Siendo mi intención realizar una crítica de “La reina en el palacio de las corrientes de aire”, parece difícil hacerlo abstrayéndose del conjunto. Sí es cierto que en este tercer tomo me ha parecido fuera de lugar la inclusión, (desde mi punto de vista con calzador), de profusión de nuevos personajes que sinceramente creo que no aportan interés a la historia. Por otra parte, no creo que Larsson se caracterizara por un gran estilo literario. En este sentido comparto plenamente la opinión de Mario Vargas Llosa cuando dice:

“La novela no está bien escrita (o acaso en la traducción el abuso de jerga madrileña en boca de los personajes suecos suena algo falsa) y su estructura es con frecuencia defectuosa…” 
Esta impresión me parece mucho más notable en esta última parte.

Sin embargo, hay que juzgar teniendo en cuenta el género al que pertenece. Además es indudable que esta trilogía resulta más que entretenida, es decir, cumple con creces aquello de “no puedo parar de leer”. Al hilo de esto, el propio autor decía:

Escribir historias de detectives es escribir literatura ligera, puro entretenimiento. En principio no es como escribir propaganda política o literatura clásica. El género negro, ya se sabe, es una de las formas más populares de entretenimiento que existen. 

En lugar de volver a parafrasear al Nobel, termino dejando un enlace al artículo donde Llosa se pronuncia en esta misma línea, (infinitamente mejor :P), de manera excesivamente generosa eso sí.

PUNTUACIÓN

1 comentario:

  1. A mi me encantaron los tres..., pero sobre todo el primero y después este. El segundo fue el que más pesado se me hizo y aún así lo devoré.

    ResponderEliminar