En Muerte y juicio, la cuarta entrega de la serie, el comisario Guido Brunetti debe enfrentarse al asesinato del influyente avvocato Carlo Trevisan, que ha aparecido muerto en el tren de Turín de dos disparos en el pecho. De la investigación de este hecho, el comisario irá descubriendo una red que transporta a muchachas de la convulsa ex Yugoslavia hasta los burdeles de Venecia, así como los platós clandestinos en donde se filman las más escabrosas escenas de violación y asesinato.
CRÍTICA
Si lo que a uno le gusta es el tipo de literatura policíaca clásica inglesa, es decir, aquella que nos presenta desde el comienzo una serie de sospechosos en un contexto cerrado y que al final, trata de sorprender al lector presentando al asesino más insospechado, indudablemente la obra de Donna Leon no es la adecuada. Esta autora, siempre presenta una investigación propia del funcionariado, no habiendo lugar para excelsas mentes deductivas ni rimbombantes explicaciones psicológicas. El método del comisario Brunetti se basa en la constancia y en las pruebas, y la autora trata de situar la investigación siempre desde la perspectiva del realismo. Es por esto que se aleja mucho de una visión "amable" del crimen, presentando temas escabrosos, como en este caso. Por cierto, desde mi punto de vista, creo que realiza esta labor razonablemente bien.
En "Muerte y Juicio", además de seguir dando mucha importancia al entorno familiar del comisario (su mujer Paola y sus hijos, especialmente en esta ocasión a Chiara), la escritora nos presenta de nuevo a la doctora Bárbara Zorzi (Muerte en la Fenice). Por otra parte, también encontramos al insufrible vicequestore Patta y la polivalente signorina Elettra.
En resumen, creo que en líneas generales la historia resulta realista y bien explicada. La autora además, no deja de volver a ser incisiva en sus críticas contra la sociedad veneciana (no es de extrañar que no quiera que su obra se traduzca al italiano :P). En particular, la corrupción imperante, en una población que pareciera regirse por aquello de "Quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija".
PUNTUACIÓN
V.5: Acqua alta
La arqueóloga norteamericana Brett Lynch, vieja conocida del comisario Guido Brunetti, sufre una agresión en su casa. Dos matones le advierten así que no se reuna con el doctor Semenzato, director del museo del Palacio Ducal, uno de los más relevantes de la ciudad. Días después, Semenzato aparece muerto en su despacho con la cabeza aplastada por una bella pieza procedente de un yacimiento arqueológico. El comisario Brunneti en esta quinta entrega, se enfrenta a una trama mafiosa que extiende su red de contrabando en el tráfico internacional de arte.
CRÍTICA
El caso es que el tema prometía, además, la autora vuelve a hacer uso de personajes recurrentes como en este caso, pues tanto la arqueóloga Brett Lynch como la cantante de ópera Flavia Petrelli, ya aparecieron en "Muerte en la Fenice." No obstante, sin saber explicarlo muy bien, he tenido la impresión que la autora no logra rematar bien la historia, o al menos, que podría haberle sacado más jugo. En todo caso, lo que siempre son los puntos fuertes de Donna Leon se cumplen también en este caso. Realmente transporta al lector a Venecia, como acompañante del afable Guido en sus pesquisas. Además, la autora sigue fiel a su crítica tanto de la sociedad veneciana como de sus poderes fácticos. En concreto en esta ocasión hace referencia a los prejuicios sobre la homosexualidad (lesbianismo) y del nacionalismo (visión de las ciudades del norte respecto a las del sur en Italia).
Finalizo con una oportunidad que no quiero dejar pasar, dado como están las cosas en este terreno aquí actualmente. La autora critica duramente también, el estado de la sanidad pública. Denuncia la falta de medios y cita como ejemplo que para que los pacientes sean atendidos, incluso es necesario sobornar a las enfermeras. Menciona también la edificación de lo que se supone tendría que haber sido un nuevo hospital "puntero" (por supuesto con el dinero del contribuyente), que se está desmantelando a pedazos pues en su construcción se omite conscientemente el sistema de tuberías, para poder sacar más tajada del erario público.
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